Criptomonedas y medio ambiente

¿Qué efectos tiene la minería del Bitcoin sobre el medio ambiente?

El bitcoin y los tokens no fungibles (NFT) son los equivalentes digitales del dinero en efectivo y los objetos de colección. Su valor ha subido recientemente de forma espectacular, pero la electricidad que se necesita para minarlos es mayor que la que utilizan países enteros y genera enormes volúmenes de emisiones de carbono.

En un momento en el que muchos países se proponen alcanzar las cero emisiones, el bitcoin y los NFT representan una verdadera amenaza para el medio ambiente.

¿Qué es Bitcoin?

Bitcoin es una criptodivisa, una moneda digital descentralizada que prescinde de un banco central y que puede enviarse de usuario a usuario en la red bitcoin de igual a igual. Las transacciones se evidencian a través de la criptografía y se documentan en un libro de contabilidad distribuido públicamente llamado blockchain.

La moneda se crea como recompensa por la minería, es decir, por el uso de ordenadores para resolver complejos algoritmos matemáticos. Es finita: de los 21 millones de bitcoins disponibles, ya se han minado unos 18,5 millones.

Al principio, los ordenadores normales podían resolver los algoritmos, pero a medida que los rompecabezas se hacían más difíciles -consecuencia de una mayor minería- no podían seguir el ritmo. Se necesitan ordenadores especiales con una enorme capacidad de procesamiento y éstos necesitan mucha electricidad: unos 121 teravatios anuales, lo que equivale a la huella de carbono anual de Argentina.

El nuevo coleccionable

Los NFT son objetos digitales de colección estampados con una cadena de código única y almacenados en la cadena de bloques. Permiten comprar o vender la propiedad de objetos digitales únicos y hacer un seguimiento de quién los posee. Recientemente han cobrado protagonismo, alcanzando enormes sumas en las subastas cuando los postores pagan por obras digitales como el primer tuit del CEO de Twitter, Jack Dorsey.

Cuando se carga una pieza digital y se «acuña», se convierte en minable. Al igual que en el caso del bitcoin, se utilizan potentes ordenadores para resolver complejos rompecabezas, consumiendo mucha energía en el proceso.

La plataforma elegida es Ethereum, la segunda criptomoneda más grande después de bitcoin, que utiliza la «prueba de trabajo» para crear activos digitales; quien resuelve el rompecabezas primero obtiene el activo añadido a su blockchain.

El problema de las emisiones

Tanto el bitcoin como las NFT generan enormes volúmenes de emisiones de carbono. Una sola transacción de bitcoin, por ejemplo, tiene la misma huella de carbono que 680.000 transacciones con Visa o que un atracón de YouTube durante 51.210 horas. La creación de una NFT media generará unos 200 kg de carbono, el equivalente a conducir 500 millas en un coche medio de gasolina.

La cuestión de las emisiones de CO2 fue planteada por primera vez en 2009 por el informático Hal Finney, apenas dos semanas después de recibir su primera transacción de bitcoin, pero no se hizo notar hasta que un importante repunte de los precios hizo subir las necesidades de energía en 2017. Se prevé que esto empeore: cuanto más aumente el precio del bitcoin o de las NFT, más competencia habrá y más energía se consumirá.

Crear criptomonedas
Las tarjetas gráficas son el recurso más usado para minar bitcoin.

La potencia de los ordenadores necesaria para minar bitcoin se cuadruplicó entre 2018 y 2019, pero ¿de dónde procede esta ingente cantidad de electricidad? Se podría argumentar que cada vez utilizamos más fuentes renovables, y una investigación de la Universidad de Cambridge sugiere que el 76% de los mineros utilizaron electricidad procedente de renovables en 2020.

Pero no hay forma de saber de dónde obtienen los mineros su electricidad; es difícil de rastrear, ya que los equipos suelen trasladarse a donde hay energía barata, y en países como China, el mayor minero de bitcoin, hay una falta de energía renovable barata.

¿Un simple intercambio?

El bitcoin y las NFT son el análogo digital y seguro del dinero y los objetos de colección, pero su mantenimiento es caro. Los críticos argumentan que la minería es también un enorme desperdicio de recursos que desplaza la necesidad de electricidad de la gente real, a la vez que influye en los precios de los mercados de energía y servicios públicos.

Los defensores sostienen que el progreso tiene un precio, pero ¿debe ser a costa del medio ambiente? Los creadores de Ethereum prometen cambiar su algoritmo de «prueba de trabajo» a un modelo de «prueba de participación» para que la minería sea más respetuosa con el medio ambiente.

En lugar de competir, los mineros serán recompensados en función de la cantidad de criptodivisas que posean. Al bloquear parte de su criptodivisa en la red, los mineros demuestran que tienen una «participación» en el mantenimiento de la cadena de bloques, lo que elimina la necesidad de que los ordenadores resuelvan los complejos algoritmos. Reducir el trabajo computacional significa reducir las emisiones.

Pero si no hacen la transición a métodos de minería más respetuosos con el medio ambiente y al uso de energía renovable, se prevé que los inversores y los consumidores buscarán otras criptodivisas que sí lo hagan.